Ubicación: Guanacaste, Costa Rica
Año: 2024
Área: 250 m2
Fotografías: Andres García Lachner
Ubicada en la costa de Guanacaste, Costa Rica, la casa Dolce far niente se encuentra en un entorno natural privilegiado, rodeada de exuberante vegetación y con vistas panorámicas al océano Pacífico. Esta región, conocida por sus impresionantes paisajes que fusionan montañas y mar, crea una atmósfera serena donde la tranquilidad y la conexión con la naturaleza son esenciales. La ubicación estratégica de la casa no solo maximiza los beneficios del clima tropical, sino que también integra armoniosamente el proyecto con su entorno, respetando la topografía y la biodiversidad local.
La arquitectura de la casa se caracteriza por líneas simples y funcionales, mostrando una composición minimalista que prioriza el confort y la eficiencia. El uso de materiales locales, como la piedra natural, refleja un enfoque consciente y sostenible, en diálogo con la naturaleza circundante. Este material, además de integrarse visualmente con el paisaje, desempeña un papel clave en la regulación climática de la casa, brindando protección contra el calor y ofreciendo frescura. La disposición de los espacios también fue diseñada con un enfoque pasivo para optimizar la ventilación natural, reduciendo la necesidad de soluciones mecánicas.
Uno de los elementos más icónicos de la casa es el gran muro de piedra que la protege del sol. Este muro, con su textura robusta y acabado rústico, forma un eje central en el diseño, separando de manera fluida los espacios privados y sociales. El techo, con sus amplios aleros, extiende la protección contra las lluvias tropicales y la luz solar, al mismo tiempo que permite que las brisas frescas fluyan y garantiza que las vistas al mar sigan siendo un punto focal desde cada rincón de la casa. Este equilibrio entre protección y apertura crea una atmósfera de descanso que invita a la contemplación.
El proyecto no solo ofrece un refugio moderno en medio de la naturaleza, sino que también encarna una forma de vivir consciente, donde la arquitectura responde al entorno sin imponerse sobre él. Cada decisión de diseño busca integrarse con el terreno, el clima y las vistas, fomentando un diálogo constante entre la construcción y el paisaje. El resultado es un espacio de paz y equilibrio, donde el lujo reside en la simplicidad y en una conexión íntima con el entorno.